lunes, 24 de noviembre de 2014

DESPEDIDAS


La Danza. Acuarela. 69 X 49 cm.


Esta nueva entrada quiero dedicársela a mi amiga Puri, amiga querida, hermana del alma. Cada vez que cargo mi horno de cerámica la recuerdo y le envío allá donde esté mis bendiciones.
Nos conocimos en el taller de cerámica de la Universidad Autónoma de Madrid, allá por el año 1987. Ella trabajaba de funcionaria en la U.A.M. y yo estudiaba Filología Española. Nos hicimos amigas desde el primer día; compartimos penas y alegrías durante más de 20 años.
Los últimos años estuvieron impregnados por la tristeza de saber que la enfermedad iba minando su vitalidad y su energía, aunque nunca perdió la chispa de sus profundos ojos negros.
Pocos días antes de fallecer me llamó para despedirse de mí y decirme que quería dejarme su horno, su torno y las herramientas de su taller. Aquella llamada me dejó una profunda tristeza, pero me permitió poderme desplazar hasta la ciudad donde estaba hospitalizada y pasar unas horas junto a ella, dándole la mano y sintiendo cómo poco a poco su alma iba dejando su cuerpo físico. Esos momentos de despedida fueron tan importantes... aunque ella ya no podía hablar, nos comunicamos en silencio, desde el alma...
Un día después falleció.

Ahora cada vez que utilizo el horno que ella me dejó y que me permite cocer mis cerámicas, la recuerdo y en silencio le doy las gracias por su amistad, su generosidad y por aquella llamada de despedida.

Las enfermedades largas tienen esta ventaja, nos permiten prepararnos para el final, intercambiar sentimientos, despedirnos de nuestros seres queridos y cerrar relaciones inconclusas.

Desgraciadamente en nuestra cultura la Muerte es un tema tabú, cuando la gran verdad de nuestra existencia es que todos vamos a morir.

Me gustaría terminar con algunos párrafos del libro encuentros con el Nagual, de Armando Torres donde Castaneda dice:

La Muerte es un acto mágico, un acto de poder. Morir es siempre un suceso personal.
La Muerte es el pórtico del infinito, una puerta hecha a la medida de cada uno de nosotros, que cruzaremos un día de vuelta al origen... Todo a su paso se torna extraordinario. Su sóla presencia da poder a la vida, concentra los sentidos.
Nadie puede morir como rutina, porque la muerte es mágica, es tu inseparable consejera que te dice "se impecable".
Cuando un guerrero pone en jaque a sus rutinas, cuando ya no le importa estar acompañado o estar solo, porque ha escuchado el susurro silencioso del Espíritu, entonces se puede decir que, verdaderamente, ha muerto. A partir de ahí, aun las cosas más simples de la vida se vuelven para él extraordinarias... Aprende a vivir de nuevo. Saborea cada momento como si fuera el último. No se consume en disgustos ni tira su energía. No espera a ponerse viejo para reflexionar sobre los misterios del mundo. Se adelanta, explora, conoce y se maravilla.

Castaneda nos anima a aceptar el destino inevitable y hacernos responsables del increíble suceso de estar vivos.

Quiero acompañar este texto con una foto de una de mis acuarelas. Se trata de una danza, como la danza que es nuestra vida, movimiento, color... ¡Qué lo disfrutéis!